Jan Volk y Red Auerbach en la sala de los Celtics antes de elegir el pick de 1992 | Steve Lipofsky

Tras dominar los años sesenta y conseguir otros dos anillos en los setenta, entre 1978 y 1979 los Celtics encajaban por tercera vez en su historia dos temporadas consecutivas sin clasificarse a playoffs. El final de la década fue una época convulsa, difícil y donde la gestión en los despachos fue mucho más importante de lo que sucedía en la pista. Por primera vez, los Celtics no eran el epicentro de la NBA que, tras la adición de los equipos de la ABA, había evolucionado en su estilo de juego. 

Entre 1968 y 1979 los Celtics cambiaron de propietario o máximo accionista hasta en siete ocasiones, incluyendo un intercambio de franquicias con los Buffalo Braves. Lo único invariable en el equipo era la presencia de Red Auerbach como General Manager y de Jan Volk como su asistente, una pareja tan necesaria como inesperada. Volk llegó para vender entradas y acabo como general manager. En sus manos estaba el futuro de Boston, de sus decisiones dependía rescatar a la franquicia más ganadora de la NBA. 

Pero no fue un traspaso, un agente libre o una elección del draft los que cambiaron la historia moderna de los Celtics. Fueron tres veranos consecutivos de decisiones maduradas, en ocasiones prematuras y donde la suerte jugó un papel crucial. Los veranos de 1978, 1979 y 1980 marcaron el rumbo de Boston para la década entrante, donde el equipo disputó cinco finales, consiguiendo tres anillos y jugando el mejor baloncesto visto hasta entonces. Tres veranos para firmar lo que se considera la mejor (y más precoz) reconstrucción de la historia.

Siempre de la mano de Red Auerbach y Jan Volk, claro. 

 

El draft de 1978

En 1978, la NBA todavía no permitía a jugadores presentarse al draft si no habían acabado el proceso universitario, los cuatro años. Entre los candidatos a ser elegido con el primer pick, elección que tenían los Blazers vía Indiana, destacaba Mychal Thompson (el padre de Klay Thompson, si). Otros nombres eran Michael Ray Richardson, Phil Ford o Rick Robey. Pero por encima de todos, aparecía la figura de Larry Bird. El de French Lick era elegible en el draft de 1978 pese a no haber acabado sus cuatro años en la universidad. ¿Cómo? 

Para entenderlo, hay que conocer la carrera universitaria de Bird. Tras perder el torneo estatal en sus últimos dos años de high school, Larry decide aceptar una beca de la Universidad de Indiana,  presionado por todo su pueblo, para jugar con Bobby Knight como entrenador. En septiembre de 1974 llega al campus de Bloomington, donde los Hoosiers entrenan; 24 días más tarde, ya había dejado la universidad. Decidió pasar todo ese año en casa, trabajando, antes de matricularse en Indiana State University, una universidad mucho más pequeña y local. Además, por normativa NCAA, el primer año no pudo jugar (1975/76) partidos oficiales. 

Para 1978, el draft del que veníamos hablando, los compañeros de clase de Larry Bird ya se habían graduado y por ende, se consideraba a Larry de la misma camada, senior. El único problema era que Bird había prometido que quería volver a disputar su último año con Indiana State, acabar su periplo colegial y conseguir una carrera. Según la legislación NBA de entonces, un equipo podía elegirle, pero si para el día del draft del próximo año todavía no había firmado un contrato, era libre de poder volver a presentarse. Si Bird entraba de nuevo al draft de 1979, sería el pick #1 con total certeza y los Lakers iban a elegir primeros. 

Red Auerbach y los Celtics, con el pick #6, fueron los más rápidos en atreverse a seleccionar a Bird después de llamar hasta en cuatro ocasiones a las oficinas de David Stern, por entonces General Counsel de la NBA. La liga había cambiado la norma en 1976 y solo Volk era consciente de la opción de elegir a Bird. Por como funcionaba antes el draft, en el momento en el que Bird volvió a Indiana State, los Celtics habrían perdido sus derechos. Para más hincapié, al inicio de 1979 se volvió a cambiar la normativa y los jugadores tendrían que dejar oficialmente la universidad (aunque les quedara algún año) antes de presentar su nombre al draft. Si cualquiera de las dos normas (1976 o 1979) hubiera estado vigente en 1978, Bird nunca habría sido jugador de los Celtics. 

El día del draft, Bird se encontraba jugando golf en Santa Claus, Indiana. Cuando le dijeron que había sido seleccionado, no tenía ni absoluta idea sobre si le tocaba abandonar la universidad, sobre si le iban a pagar o, siquiera que el draft fue ese 9 de Junio. Fue al llegar a casa y ver el telediario cuando entendió lo que implicaba haber salido elegido. Porque Larry vivía en su mundo, y en su cabeza existía una mezcla de ignorancia e indiferencia hacia lo que pasaba lejos de su control. Algo que no cambio ni cuando fue MVP de la NBA. 

Una vez elegido, tocaba lo más difícil: firmarle un contrato. 

El verano de 1979: parte I 

La temporada siguiente fue, por ponerlo en términos comunes, irrelevante en Boston. El equipo no tenía un rumbo fijo y tras la retirada de Havlicek, tampoco había una identidad. Cowens, Maxwell y Jo Jo White mantenían el espíritu Celtics, y McAdoo y Chris Ford lideraban en la pista cuando podían. Tom Sanders, que llevaba apenas media temporada en el banquillo, empezó el año con un 2-12 y fue sustituido por Dave Cowens a mitad de temporada, quién actuaría de entrenador-jugador. Pero en general, el curso fue de transición. Ese año había un único objetivo: firmar a Bird. 

Las negociaciones entre el agente de Larry, Bob Woolf fueron de todo menos normales. Larry volvió a la universidad, y tras 33 victorias y ni una derrota, llevó a Indiana State a la final del torneo nacional. Delante, Michigan State y Magic Johnson; al televisor, más de 35 millones de personas, en el partido de baloncesto universitario más visto de la historia. Magic se llevó el título, pero su tercera temporada en Indiana State le dio un poder de negociación que muy pocos novatos tenían. 

Boston no había intentado ni una vez durante la temporada firmar a Bird, esperando a que el curso universitario acabara. Pero con el tiempo, el de Indiana dejo de convertirse en una ronda más y paso a ser algo distinto: era obligatorio conseguir que firmara el contrato, costase lo que costase. La primera petición de Woolf se acercaba a los $800.000 por temporada, una cifra que habría sido histórica en la NBA. Volk considero la propuesta “inapropiada”, entre otros adjetivos calificativos. Incluía una cláusula con un bono por $10.000 si Bird era All Rookie. “Si le voy a pagar $800.000 a un rookie, más le vale ser All Rookie”, respondió Auerbach. 

En la NBA de los setenta, los jugadores que valían ese dinero eran todos pívots. Los forwards, los aleros, eran complementos que hacían jugar al equipo, pero todo campeón necesitaba un buen interior y un base que le hiciera llegar el balón. Todavía no se había dado el caso de un forward que cambiara la cara de una franquicia. Y con el paso de los días y esa premisa en mente, las negociaciones se pusieron tensas. Primero porque Auerbach odiaba a los agentes, los consideraba “the lowest possible life-form” y segundo, porque aunque Bird contaba con el poder negociador, los Celtics fueron demasiado agresivos.

En un punto, Larry y su entonces novia Dinah Mattingly estuvieron presentes durante la reunión y acabaron en shock al ver el tono, vocabulario y la hostilidad de ambos lados. “No podía creer lo que estaba viendo. Todo el mundo estaba gritando como locos”. En Boston las negociaciones pasaron a la historia como Hundred Days’ War, la guerra de los 100 días. 

Red Auerbach, Larry Bird y Bob Woolf el día que se firmó el primer contrato de Bird como jugador de los Celtics | NBA TV

Una semana antes del draft, antes de perder los derechos de Bird, el dueño de la franquicia decidió actuar. Aceptó la petición de Woolf y los Celtics y Woolf firmaron un contrato, el mayor nunca visto para un rookie en cualquiera de las grandes ligas: cinco años y 3.25 millones de dólares, con un bono por firmar de otros $325.000. Aquella temporada, solo David Thompson, Bill Walton, Moses Malone y Artis Gilmore cobrarían más que Bird. A Volk, como siempre, le tocó construir un contrato de cero, a última hora y en el mismo día en el que su padre tenía una operación de alto riesgo. «Se puede decir que acabe el día con dos victorias,» aseguraba más tarde. 

Ahora tocaba armar un equipo alrededor de Larry y traer un entrenador de nivel. 


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