El equipo de Pablo Laso consigue la Euroleague ante un Maccabi que plantó más cara de la que se esperaba. Los blancos empiezan así una leyenda.
De guerreros y leyendas está llena la literatura, la moderna y la antigua. De relatos heroícos en los que el bien, el bueno, siempre podía salvar a su civilización o al mundo de cualquier mal. El héroe, el bueno, el guerrero que salva al mundo en esta ocasión, se personifica en un club. En un equipo. En la sección de baloncesto del Real Madrid. Y también en cada uno de sus jguadores. El héroe es Sergio Rodríguez, es Rudy. Es Mirotic, Llull, Felipe Reyes y es Pablo Laso. Es lo que han hecho por el baloncesto, por este deporte. Es convertir un equipo campeón, un grupo de ganadores, en una leyenda del baloncesto europeo. Y hacerlo a lo grande.
Ganar, ganaba CSKA de la mano de un Siskauskas omnipresente, o el Barça de Bodiroga. Ganó Spanoulis dos años seguidos obrando el mayor milagro de lo que va de década, pero lo del Real Madrid es otra cosa. Solo aquel Maccabi [que caprichoso el destino] de 2004 es comparable, el de Parker, Jasikevicius, Maceo Baston y Vujcic, de Pini Gerson. Aquel año, Pablo Laso llevó al Valencia hasta las semifinales de la Liga ACB. Hoy ha hecho al Madrid el equipo más grande del continente en un proyecto a largo plazo, que tuvo en Barcelona 2011 su debut en Europa, en Londres su mayor tropiezo y en Milán, la ciudad de la moda, su techo. Por ahora. Y no marcarán una época, como pudo hacer la Yugoplastika, porque el formato de competición actual es harto complicado, pero por nivel, de largo, son los mejores.
Hoy Maccabi ha querido plantear un partido intenso, duro, físico. No ha dejado correr al Madrid y ha peleado cada uno de los rebotes. Ha cargado el juego interior, especialmente en la figura de Sofoklis primero y Alex Tyus posteriormente, pero ha sido imposible. Rudy, aquel que si tuviera la cabeza en su sitio, estaría a un nivel inalcanzable para el resto de los jugadores del continente, ha decidido que hoy quería ganar el único título que le falta. Y Felipe Reyes, ese que ha levantado vestido de blanco o de rojo todas las copas habidas, también quería llenar su vitrina con el cetro de campeón de Europa de clubes. Vaya partidazo del capitán.
Y la de hoy no ha sido la mayor exhibición. Muy lejos de lo que pasó el viernes en este mismo escenario, o de los 41 puntos al Bayern en un cuarto (111-87). Lejos del 103-57 ante Efes en primera ronda, o el 108-72 que se llevó Zalgiris en el temido TOP 16. Solo CSKA, Bayern y Zalgiris en la vuelta, Olympiacos, Valencia y Barça han podido ganar este año al equipo dirigido por Laso. Siete derrotas en más de 60 partidos y una infinidad de récords. Hoy ha sufrido más de lo habitual, se ha ido al descanso con solo 2 puntos de ventaja con un triple de Blu sobre la bocina [la máxima era de 11 en el primer tiempo]. Era una diferencia que se basaba en un factor: ¿dónde estaba Nikola Mirotic?
Y es que Maccabi, disfrazado de Olympiakos en cualquier final, no quería morir. Se negaba a decir adiós al más que probable último sueño de Blatt y Blu, de los David que quisieron luchar contra Goliath. Pero esta vez el gigante, de blanco, asedió durante 40 minutos y no 40 días al ejercito israelí. Y acabó ganando la más épica de las luchas con 8.000 aficionados en contra en la grada del Mediolanum. La marea amarilla llevó en volandas a sus jugadores y se desgañitó con cada acierto de los suyos, con cada fallo blanco o con cada decisión arbitral.
Se jugaba a lo que Maccabi quería, pero se jugaba a baloncesto. Y el Madrid sabe hacerlo a cualquier nivel. Si ha de bajar al lodo, Felipe Reyes es el primero en arremangarse y luchar cada rebote como si fuera la vida en ello. Y ganarlos todos. Y sufrir. Los últimos cuatro minutos de partido han sido un ejercicio de presión. Y eso que Rice, que ya ganó la semifinal con una penetración a tres segundos del final, también quería su disfraz personalizado. Hoy tocaba el de pesadilla del Real Madrid. Pero el Madrid, el mejor equipo del continente, con el Chacho como líder en la segunda parte ha aguantado como un dique cada ataque amarillo. El premio, la Euroleague. El nuevo reto, mantenerse arriba.
FICHA TÉCNICA
86 – Real Madrid (16-19-20-18-13): Llull (-), Rudy (15), Darden (7), Mirotic (12) y Bourousis (12) -equipo inicial-, Felipe Reyes (12), Rodríguez (21), Slaughter (2), Díez (-), Mejri (2) y Carroll (5).
98 – Maccabi Tel-Aviv (15-18-20-20-25): Ohayon (4), Hickman (18), Devin Smith (15), Pnini (-) y Schortsanitis (9) -equipo inicial-, Rice (26), Ingles (-), Tyus (12) y Blu (14). DNP: Altit, Zizic y Landesberg.
Colegiados: Christos Christodolou (Grecia), Sasa Pukl (Eslovenia) y Milivoje Jovcic (Serbia). Técnica a David Blatt (13′). Expulsados Sofoklis Schortsanitis, Sergio Llull, Sergio Rodríguez y Marcus Slaughter.
Incidencias: Final de la Turkish Airlines Final Four Milan 2014 disputada en el Mediolanum Forum de la ciudad italiana. Más de 8.000 aficionados de Maccabi y prácticamente 1.000 del Real Madrid.