“What took so long for Ime to get this opportunity” se preguntaba Jackie MacMullan en NCB Sports Boston al ser cuestionada sobre el nuevo entrenador de los Celtics. No ha sido tan largo el camino de Ime Udoka (nacido en 1977, 43 años) sino más bien tedioso, complejo. Y paciente, ya llevaba unos años como finalista en varios procesos, quedándose a las puertas de tener su propio equipo. Ese ha sido el problema, lo que ha tardado en ser entrenador en jefe, de mandar en una franquicia. Ha sido Brad Stevens, otro que llegó de sorpresa a la NBA quién ha decidido apostar por él. Y mientras el camino se hacía largo, Udoka aprendía cada día algo nuevo.  

Con Popovich sobre todo como maestro, porque pasó la mayor parte de su etapa como asistente a las órdenes de Gregg. Pero tras salir de San Antonio y abrir las alas, fueron Brett Brown y Steve Nash los que le dieron una nueva oportunidad de competir al máximo nivel en Philadelphia y Brooklyn este último año. O de entrenar a más superestrellas de la NBA, porque después de Tim Duncan y Kawhi Leonard fue el turno de los Joel Embiid, Kevin Durant o James Harden. Cada día un reto nuevo, ninguno como el presente. El que afronta desde hoy es el mayor de todos: el banquillo de la franquicia con más historia en la NBA. Y llega siendo, para muchos, un desconocido. 

Profesor, respetado entre jugadores, competidor nato y con la defensa y el equipo como prioridad, son algunas de las cualidades que le definen, según los que le conocen y han pasado tiempo con él. En cierta medida, se parece al Brad Stevens de 2013, al que llegó a Boston virgen de experiencia NBA. Ahora se juntan, Brad y Udoka, para levantar un proyecto que parece muerto pero qué, muy probablemente, solo estaba de parranda. Es momento de descubrir a Ime Udoka, su camino hasta llegar a Boston, su perfil como jugador y entrenador, y por qué todavía le odian en Estudiantes. 

La ruta más larga hasta la NBA

Nacido en Portland, los orígenes de su familia paterna se remontan a Akwa Ibom, uno de los estados al sur de Nigeria. Su madre, al contrario, nació y creció en Illinois antes de mudarse a la costa del Pacífico. En el oeste de Estados Unidos inició su vida humana; la baloncestística en el Jefferson High School, en Portland, antes de enrolarse en la universidad. Primero en San Francisco, durante un año, y tras transferirse y pasar una temporada en blanco, jugó un último curso en Portland State, mucho más cerca de casa. Pasó de anotar 34 puntos en toda su temporada freshman a promediar 14.5 en Oregon. 

No le sirvió para ser elegido en el draft de 2000, pero tampoco decidió darse por vencido. La entonces D-League (actual G-League) fue su puerta al profesionalismo, aunque antes probó suerte en la International Basketball Association y la United States Basketball League, dos ejemplos de las tantas ligas paralelas a la NBA que aparecen y desparecen en la misma década. Oficialmente podemos considerar a los Charleston Lowgators su primer equipo, el que le da la oportunidad desde 2003 y por un par de temporadas. De ahí, la primera llamada a la NBA: los Lakers de Phil Jackson, de Kobe y Shaq le ofrecen un contrato el 14 de Enero. Cuatro partidos, 28 minutos en total y de vuelta a la liga de desarrollo. Pero el sueño de jugar en la NBA, cumplido. Y si quería volver, tocaba un camino distinto al habitual. 

Jaylen Brown y su nuevo head coach, Ime Udoka (derecha) | Photo by Joe Murphy/NBAE via Getty Images

La primera parada internacional, Gran Canaria. El conjunto isleño, dirigido por Pedro Martinez, fue su debut lejos de los Estados Unidos. “No tenía buen tiro, pero en lo demás era excelente. En defensa, en contraataque, buenísimo, muy rápido y con muy buen físico, pasaba bastante bien, entendía el juego y se adaptó bastante rápido”, me explicaba el propio Pedro esta semana. “Muy maduro, muy disciplinado y muy serio desde el primer día”. Su aventura se acaba antes de tiempo por la lesión de Gonzalo Martínez, el base titular del Granca, y por la necesidad del equipo de recurrir a Billy Keys, otro extracomunitario, que pasaría a ocupar la plaza de Udoka. 

Sin ficha, equipo y Udoka deciden terminar el contrato para que Ime pueda finalizar la temporada en Francia, en el extinto Vichy. Volvería a coincidir con Pedro unos años más tarde, pero todavía no hemos llegado a esa parte. Sí que el verano de 2005 fue clave para su carrera internacional por ser el de su debut con el equipo nacional de Nigeria. Un bronce en el Campeonato de África celebrado en Argelia con una historia para el recuerdo tras el partido por el tercer puesto: una batalla campal entre el combinado local y Nigeria. Gabe Muoneke, compañero de Ime en aquella selección, recuerda como Udoka tumbaba rivales “como si fuera el Mortal Kombat”. 

“De manera calmada vio como un aficionado venía hacia mí con una silla para, probablemente, matarme o dejarme inconsciente. Ime lo enganchó en el aire con un puñetazo y tranquilamente, siguió peleando contra el resto”, explicaba en un artículo en Hoopshype. “Todo lo que hice fue maravillarme con su actuación”. Udoka acabó el torneo vivo, en el quinteto ideal y como máximo anotador de la selección. Volvería a vestir la camiseta de los D’Tigers de Nigeria en el Mundial de Japón en 2006, donde batirían a Serbia para acabar cayendo en octavos ante la Alemania de Dirk, que taponó a Udoka en la última jugada para cerrar la victoria germana. Su último baile con el equipo nacional fue en 2011 para conseguir otro bronce continental, esta vez en Madagascar, donde fue el máximo asistente del torneo. 

Volviendo a su carrera de clubes, en la temporada 2005/06, decide volver a casa. Inicialmente disputa la pretemporada con Zalgiris pero finalmente regresa a la D-League, esta vez a los Forth Worth Flyers. En Texas firma los mejores números de su carrera, algo que le abre la puerta otra vez a la NBA: esta vez son los Knicks los que lo prueban por ocho partidos. Ahora sí, no volvería a dejar la NBA atrás; seguiría siendo duro entrar, teniendo que probar cada día que estaba listo para el reto y trabajando más duro que nadie, pero era jugador NBA.

Tras dejar Nueva York, es Portland quien le llama para sustituir a un Aaron Miles fuera de forma y pasa de ser el último en llegar a jugar 75 partidos como titular en los Blazers de Nate McMillan, con tres rookies bastante conocidos: Brandon Roy, LaMarcus Aldridge y Sergio Rodríguez. Su relación con LMA ayudaría a convencerle de firmar con San Antonio una década más tarde. Al final del año, solo Jarrett Jack y Zach Randolph terminan jugando más minutos que Ime, en una temporada no muy positiva para los Blazers pero clave en la carrera de Udoka. Es la de su consagración. Es la última antes de Pops. 

 

Las dos llamadas de Gregg

El verano de 2007, Gregg Popovich y el nuevo entrenador de los Boston Celtics, Ime Udoka, cruzan caminos por primera vez. Desde entonces, han pasado casi cada temporada y verano juntos. Tres como entrenador y jugador y otras siete como entrenador y asistente en uno de los vínculos mas fuertes de la NBA actual. Incluso en 2019, cuando ya es anunciado como nuevo asistente de Brett Brown en Philadelphia, Udoka sigue ayudando a Popovich en la selección estadounidense — algo que repetirá este verano. De todos los discípulos de San Antonio que han conseguido un banquillo NBA (Monty Williams, Brett Brown, Mike Brown, James Borrego…), solo Mike Budenholzer ha pasado más tiempo como su asistente: 17 años. 

Llega convertido en un especialista defensivo, un jugador de equipo que sabe liderar la ofensiva (lo ha hecho en la D-League y con Nigeria) pero también alguien que sabe cuándo le toca trabajar para las estrellas. Y aterriza en la organización que mejor define el concepto equipo en su totalidad, con el big-3 más longevo de la historia del baloncesto y una leyenda en los banquillos. Udoka se adapta a la cultura Spurs como anillo al dedo. Su importancia en el equipo, eso sí, va descendiendo con el paso del tiempo. Su pico competitivo llega en las finales de conferencia de 2008, cuando Popovich le encarga la tarea más difícil de la NBA: intentar parar a Kobe Bryant. No pudo Bowen, no pudo Ginobili y el de Oregon era la opción final. Los Lakers ganaron 4-1 esa serie. 

Esos dos años son el periodo más largo de manera consecutiva que Udoka pasa en una misma franquicia. Al acabar su contrato, Portland intenta recuperarle pero finalmente es cortado antes de iniciar el curso y acaba firmando por Sacramento toda la temporada 2009/10. Para la siguiente volvería a San Antonio por dos meses antes de pasar un año en blanco, la totalidad de 2011. Los Nets le firman un contrato de 10 días, pero no llegó a debutar en New Jersey. Ese fue su último tren NBA. Y ahí recibe una llamada de Europa, de Murcia concretamente. Una llamada desesperada de un equipo que necesitaba un milagro para salvarse. En Enero llega Ime, un mes más tarde lo hace Oscar Quintana. 

Pieza clave en aquel Murcia, Quintana me explicaba esta semana que le recuerda con mucho cariño. “Cuando tuve la suerte de entrenarle fue uno de los jugadores clave, por su energía y juego, y por ser un líder con mayúsculas. Llega en enero, conectamos muy bien y fue capital para conseguir la permanencia”. Aunque la historia de aquel día es muy distinta. UCAM Murcia visita la pista de Estudiantes en un duelo a muerte: quien perdía se iba a la LEB Oro, quien ganaba jugaría un año más en ACB. Partido caliente, público muy nervioso y finalmente son los de Quintana y Udoka quienes se llevan el triunfo. Pero la historia viene después. 

En mitad de la celebración murciana y el luto deportivo estudiantil, Ime Udoka decide iniciar un grito hacia el público. “Abajo, abajo”, cantaba señalando al parqué del pabellón.

Al acabar la temporada, Udoka inicialmente acepta la renovación de Murcia para seguir jugando (tenía también una oferta de Gran Canaria), todavía con 35 años, pero sus planes cambiaron a última hora. “Me llamó y me dijo que lo sentía, pero que era como para un estudiante de física ir a Stanford o al MIT, que esa oportunidad solo pasaba una vez en la vida y tenía que aprovecharla para formarse”, me contaba Oscar. El recuerdo de Udoka de 2012, en su segunda estancia en España, es muy diferente al de Gran Canaria. “Le veía madera de entrenador. No sabía si iba a ser en cinco años, en tres o en seis meses. Pero claro, cuando te ofrece trabajo Popovich tienes que decir que sí”. El de Estudiantes queda para la historia como su último partido como jugador profesional de baloncesto antes de enfundarse el traje.

 

De la sombra a Boston

Desde entonces, su carrera ha estado sentado detrás del entrenador más longevo de los banquillos NBA. Siete años siendo la sombra de un Gregg Popovich que ha visto como casi todos sus pupilos han conseguido un banquillo o mejores oportunidades, a la espera de que alguna franquicia rompa el estigma con Becky Hammon. En San Antonio primero, y sobre todo en Philadelphia y Brooklyn, ha acabado cumpliendo roles de jefe de los entrenadores asistentes o el responsable de crear la defensa, de encajar piezas para anular al rival. Por suerte para él, defensa y correr son, por los estatutos de Red Auerbach, la base de los Celtics.

Desde el momento en el que acepta la oferta de los Spurs, Udoka se convierte en pieza clave en la franquicia. Pero Popovich no estaba arriesgando al traer a su pupilo. La primera vez que Pedro Martinez y Udoka coinciden es en Gran Canaria, Udoka no tiene perfil de banquillo. “Era espabilado, ningún problema fuera de la pista. Pero no me transmitió que quisiera ser entrenador por aquel entonces”. Volvieron a coincidir en 2008, en la pretemporada de San Antonio y ahí la sensación cambió al completo para Pedro, que lo explicó en esta anécdota. 

 

Ambos, Oscar Quintana y Pedro Martínez han mantenido el contacto con Udoka, lo que demuestra que es un tipo cercano. «Además de aquel verano de 2008, nos hemos visto en la Summer League en Las Vegas y recordábamos tiempos pasados, es lo que se suele hacer en estos casos», explicaba Pedro. Por eso, una de las grandes incógnitas que trae Udoka bajo el brazo es la de quién formará parte de su staff técnico. No sorprenderá ver que junto a Ime se sientan en el banquillo una mezcla de gente experimentada, especialistas ofensivos para contrarrestar sus habilidades y, por último, perfiles con conocimiento de la identidad de los Celtics, algo clave en la franquicia de Boston.

Pero es su pasado lo que da que especular. Se convierte en el primer nigeriano (o internacional por Nigeria) en ser head coach de una franquicia NBA, tiene experiencia en Francia y España y ha jugado Afrobaskets y Mundiales. ¿QuIzá junto a Udoka llega un perfil FIBA? Un Ettore Messina de Popovich, un Sergio Scariolo de Nurse, un Jordi Fernández de Mike Malone. La lista es larga, no tanto como nos gustaría pero más de lo que pueden admitir los puristas del baloncesto americano. Y si llega con un perfil bajo y casi como una sorpresa, podría no ser la última. 

Este es Ime Udoka, el nuevo head coach de los Celtics. El elegido por Brad Stevens para suplirle, para dirigir a la franquicia al decimoctavo siendo al mismo tiempo el decimoctavo entrenador de Boston, el primero de origen africano en la NBA. Listo para hacer historia. 

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