“El fútbol es un milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse”

Dos guerras mundiales después, Paul Auster (1947, New Jersey) definió al deporte rey como el principal causante de la paz en Europa. Guerra Fría y Yugoslavia al margen, el viejo continente ha gozado de relativa tranquilidad focalizando su odio visceral en el balompié. Años más tarde, es el turno de Colombia.

Con el proceso de paz encaminado, el acuerdo firmado, las armas entregadas y la fundación del partido político de la guerrilla a escasos días de hacerse oficial, 52 años de guerra y muertos han quedado en el pasado. En Abril, la ‘Fundación Fútbol y Paz, Construyendo País’ anunció la creación del club deportivo La Paz F.C., club que pretende albergar a tres equipos profesionales: uno sub-20, uno femenino y uno para la segunda división del fútbol colombiano.

 

¿Qué tendrá de especial el equipo? Que estará formado por guerrilleros, desmovilizados, víctimas del conflicto y miembros de las comunidades que sufrieron los efectos de una guerra de más de medio siglo. Lo que el pueblo de Colombia ya ha bautizado como ‘El equipo de las FARC’. Entrevisto al presidente de la Fundación, Félix Mora Ortiz: “No se trata de un equipo sólo de las FARC, es un equipo para la reconciliación, con víctimas y civiles afectados por la confrontación. Hoy es mejor cambiar por balones los fusiles”. La lucha se muda de la selva y los montes de Colombia, a las canchas de fútbol.

Con una triple petición formal dirigida a la Federación Colombiana de Fútbol, la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) y la División Aficionada del Fútbol Colombiano (Difútbol), las FARC y la Fundación sentaron un precedente. “Es muy difícil que un grupo armado y cuestionado como grupo criminal como las FARC, que está en proceso de reintegración y desmovilización, llegue a consolidar iniciativas en transformación social, pero creo que la reconciliación va de la mano con el perdón y allí debemos encontramos todos” insiste Félix Mora.

El equipo La Paz F.C. es a día de hoy una realidad, estando jurídicamente legalizados y con jóvenes entrenando desde hace un año, según el propio Mora. Pero todavía formando parte del fútbol amateur. El objetivo original fue el de “crear un club de fútbol profesional para la formación deportiva de niños y jóvenes afianzando valores, ética y comportamiento para una sociedad en postconflicto a través del deporte”, según el manifiesto de la Fundación, en unas negociaciones que empezaron en La Habana, como el acuerdo de paz.

“Es fundamental que de los únicos tiros que hable las FARC, sean al arco, y prefiero verlos con un balón en la mano y no con un fusil. Hoy es mejor cambiar los balones por fusiles”

Por su parte, el presidente de la Dimayor, Jorge Perdomo, durante meses se mostró reacio a tomar la delantera: “Hasta ahora me he rehusado a hablar con ellos, estoy esperando unas conversaciones con el alto Gobierno […] ya me reuní con el Ministro de Interior, estoy pendiente de hablar con Rafael Pardo, Ministro de Postconflicto, y después nos sentaremos a hablar con las FARC para conocer sus pretensiones” anunciaba en rueda de prensa. En sus manos recaerá la decisión final, según el propio ministro Pardo, de permitir al club llegar al fútbol colombiano. Mora Ortiz argumenta que “Es fundamental que de los únicos tiros de los que hable las FARC, sean al arco, y prefiero verlos con un balón en la mano y no con un fusil”.

Una vez el desarme sea definitivo y desaparezcan las zonas veredales, donde actualmente se alojan los ex combatientes, la Fundación y el grupo insurgente tendrán vía libre iniciar el proceso de armar un equipo de fútbol profesional y únicamente necesitará cumplir con todos los requisitos de la Dimayor exige. Pero entrar en el fútbol colombiano será mucho más complejo que hacerlo en la política nacional. Para empezar, necesitará el aprobado de la Asamblea de la División, formada por todos los clubes de la liga nacional; y en el hipotético caso de lograr el sí, quedarán todavía dos piedras en el camino para conseguir una de las 20 licencias de la B.

Primero, la sede. Los clubes de la primera y segunda división colombiana tienen el apoyo de una autoridad local que les permite disfrutar de un estadio como sede: en Medellín, el Atanasio Girardot es propiedad de la alcaldía, igual que el Campín en Bogotá o el Metropolitano de Barranquilla, los tres estadios más importantes del país. ¿Qué ciudad va a permitir a las FARC usar su estadio? ¿Qué alcalde va a dejar entrar al que ha sido siempre el enemigo a su casa y a la vez intentar ganar las próximas elecciones? Ya hay candidatos.

Las primeras informaciones apuntan a Florencia, capital del departamento del Caquetá, en el estadio Alberto Buitrago Hoyos. La otra opción, el estadio municipal de La Paz, en municipio de Apulo, a dos horas de Bogotá. Ambos, siempre y cuando no se reconozca al club como el equipo de las FARC, “Colombia esta dolida por tantos años de sangre y llanto” relata Félix Mora. El objetivo del equipo es, según el líder guerrillero Félix Antonio Muñoz alias ‘Pastor Alape’, “lanzar un mensaje de esperanza y reintegración a quienes viven en las barriadas pobres y zonas marginales de Colombia”.

Y el segundo problema, y quizá el más difícil, es que por primera vez desde la firma del acuerdo, las FARC van a tener que lidiar con una entidad privada para negociar. Una empresa que cuenta con muchos y muy potentes patrocinadores: Águila, Avianca, Coldeportes o RCN, principales aliados de la Dimayor y afectados por las actividades de la banda criminal en algún momento del transcurso de la guerra. Ya no está la imagen en juego, ahora también hablamos de mucho dinero. Y cuando hay dinero, la cosa cambia.

Como en todo debate, los hay a favor y los hay en contra. Los primeros aliados en este proyecto son Alfonso Cañón, exjugador de Santa Fe, América de Cali e internacional con la selección de Colombia; Bonner Mosquera, también ex Millonarios, y el más destacado, Faustino ‘El Tino’ Asprilla. “Ellos han ofrecido su experiencia y han acompañado la iniciativa, ad honorem”, afirma Félix Mora. Además, la Consejería para el Posconflicto y el Gobierno Nacional han avalado el proyecto como parte de una estrategia de reconciliación y perdón.

En el bando del no, sobresale el ex futbolista y dirigente deportivo Eduardo Pimentel: “El fútbol debe mantenerse ajeno a esas circunstancias relacionadas con las FARC”. Pimentel se ha opuesto al acuerdo de paz desde el primer día y mantiene su postura firme: “Si aceptamos a las FARC, tendremos que aceptar al ELN, los paramilitares, los partidos políticos…”. Separar la política y los intereses del deporte es una tarea compleja. Y la Fundación y su presidente están luchando contra un gigante de muchas cabezas.

“Uno de mis sueños es que alguno de estos jóvenes que están en el proceso de formación deportiva pudieran llegar a jugar en la selección de Colombia. Tenemos sueños, queremos abrazarnos con el país para seguir soñando

Por poner en contexto, Pimentel jugó desde 1982 hasta 1996, la mejor época del fútbol colombiano. Lo hizo en Millonarios, América de Cali, Independiente Medellín y Deportivo Pereira, clubes controlados por ‘el Mexicano’, los hermanos Rodríguez Orejuela, socios de Pablo Escobar y Octavo Piedrahita respectivamente. Todos relacionados con el narcotráfico. El fútbol durante las décadas de los 80’s y 90’s sirvió para lavar el dinero de la droga, un negocio que controlaba el país desde las comunas hasta las más altas esferas.

Y uno de los objetivos será evitar eso. El presidente de la Fundación, Félix Mora Ortiz, marca un gran deber: “Queremos un informe acerca de su responsabilidad y que de allí parta la gran respuesta a todas las incógnitas que hay sobre el manejo de la Dimayor y de las entidades del deporte en el país”. Las FARC pretenden limpiar el fútbol colombiano: “se requiere más que voluntad, que los equipos cumplan con su responsabilidad social que le obliga la ley y las normas”.

¿Hasta dónde llegará el sueño? El deporte es una de las vías de desarrollo del postconflicto y uno de los puntos de unión del país, desde Nairo Quintana, hasta Radamel Falcao. “Uno de mis sueños es que alguno de estos jóvenes que están en el proceso de formación deportiva pudieran llegar a jugar en la selección de Colombia” declara Mora Ortiz. ¿Y si en Catar 2022 Colombia consigue un título histórico con un gol de un ex guerrillero? Alape lo tiene claro: “Tenemos sueños, queremos abrazarnos con el país para seguir soñando”.

Por ahora el sueño tendrá que esperar, al menos un año más. Perdomo descartó inicialmente la posibilidad de otorgar una de las 20 plazas de la B a La Paz F.C. «Otorgar una ficha en el la B es muy complejo y difícil. Dimayor es una institución de orden privado, que pertenece a 36 clubes que durante mucho tiempo han estado labrando y construyendo lo que es hoy el presente del Fútbol Profesional Colombiano». Al mismo tiempo, el Presidente de la Dimayor aseguró no haber tenido ningún acercamiento con dirigentes de las FARC. Pero ni por asomo, tras 53 años de lucha, las negociaciones van a acabar aquí.