Son las seis de la mañana en la costa este de Australia, todavía ni se asoma el sol por el horizonte del Pacífico y me llega una notificación al teléfono que me hace despertar de golpe: juega Rakitic y no entra Busquets en el once del Barça. El Madrid con lo previsto. Un clásico es un clásico, aunque lo vivas a 18.000 quilómetros del Camp Nou. Ya estoy listo. 

A las 06:30 el Casino Star se empieza a llenar. Es el sitio más popular para ver el partido y donde culés y blancos se han citado mediante el grupo de Facebook Españoles en Sydney. La convocatoria no triunfa tanto como se esperaba, pero en el Sports Bar del casino se pueden contar casi 200 personas. La mayoría españoles, disfrazados con las camisetas de Barça y Madrid, bufandas y alguna bandera a la espalda. Los más osados vienen antes de trabajar o ir a clase, alguno directo de fiesta o de pasar la noche invirtiendo en el casino y la mayoría han madrugado más de la cuenta para una cita ineludible, el enésimo partido del siglo. Los que repiten este año, eso sí, aseguran que para la ida en el Bernabéu [que se jugó a las 02 de la madrugada del sábado al domingo hora de Sydney] fueron muchísimos más los que se reunieron. Pero vale con juntar un aficionado blaugrana y uno merengue para pasar el rato; doscientos ya son una fiesta.

Durante los noventa minutos he intentado no solo ver el encuentro, si no analizar como se puede vivir una noche tan especial desde tan lejos y como las reacciones cambian según la distancia. Hay pasión, pero la distancia abre una brecha dura de superar. «Un hombre puede cambiar de religión, de mujer o de partido político, pero nunca cambiará de equipo». El partido, además, ha ido acompañado durante todo el rato por cervezas, cafés o sandwiches de todo tipo, dependiendo el estado de ánimo de cada afición.

Minuto 0: Empieza el partido y todas las miradas se centran en la pantalla principal del Sports Bar. A un lado, el Djokovic-Federer a punto de empezar. Al otro, Duke sellando el pase al Sweet 16 del Madness. Desde ahora solo hay ojos para el clásico: para algo hemos madrugado.

Minuto 14: Al larguero Cristiano. La ocasión despierta a todos los asistentes y les deja caras largas. Unos lamentando la ocasión perdida, otros viendo el drama que puede venir como siga el Barça defendiendo igual.

Minuto 18: GOL DE MATHIEU. Sin tapujos. Los uniformados de blaugrana se levantan al grito y los vestidos de paisano con preferencia culé igual. No hay secretos en una mañana así y los colores salen a la luz. Es pronto, pero Iniesta y el gol a balón parado ilusionan a los blaugrana que se ven mejores. Los blancos señalan a Ramos, Casillas y al barman: «cerveza, por favor».

Minuto 31: GOL DE CRISTIANO. Mientras los blaugrana aún lamentan la ocasión errada por Neymar, la afición blanca entra en trance con la jugada de Modric y Benzema. Como con el gol de Mathieu, los hay más y menos educados pero nadie sobrepasa las barreras de la desconsideración -quizá un aficionado francés-. Cristiano pide calma y solo genera una respuesta opuesta en ambos bandos. Se refleja preocupación por la fragilidad defensiva culé en las ojeras de su afición.

Minuto 39: Gol anulado a Bale. Del delirio a la desesperación en segundos. Cantó el gol todo el bar y solo los desolados blaugrana pudieron ver como Mateu Lahoz señalaba la línea de fuera de juego. Ante la repetición, incredulidad y disparidad de opiniones: «Es que siempre nos robáis» por los dos lados. Los blancos son los que ahora se ven mejores.

Descanso: Cerveza para los blaugrana que se ven con la soga al cuello y más cerveza para los blancos que confían en la remontada. Se debate, se crean pequeñas tertulias: los culés firman el armisticio en forma de empate, pero desde la capital buscan humillar al rival al que han tenido a merced de Piqué, Mathieu y Bravo. Más cerveza y algún que otro café -para un servidor- para amenizar 15 eternos minutos.

Minuto 55: GOL DE SUÁREZ. La locura se apodera de la afición blaugrana a la que el gol le ha cogido por sorpresa. La alegría y la cerveza cambia de bando y de golpe, el público despierta. Se oyen por fin los primeros cánticos [a las 8:15 de la mañana] de ánimo pero la afición blanca acaba de recibir una daga en el corazón casi al nivel del precio de la cerveza [y el del café]. Y para ninguna de las dos tiene respuesta.

Minuto 75: El Barça le perdona la vida y el average al Madrid y la afición blaugrana empieza a ponerse muy nerviosa. Un gol en contra no es ningún drama, pero la sensación en la segunda parte es de superioridad y de indultar a una víctima herida de muerte. Los blancos se han quedado sin cerveza y uñas, sin muchas esperanzas y con sensaciones contrariadas, pero alguno aún confía en un balón a Cristiano o el juego por arriba de Ramos o Varane. Pocos, eso sí.

FINAL: Primer tiempo de equipo grande, segundo tiempo de equipo roto. Perdonando y perdonados. Así se marchan los blancos del bar prácticamente a la carrera, con orgullo pero heridos. Los culés lo celebran algo más, satisfechos por la mejora sustancial de un tiempo a otro y sobretodo por los 3 puntos que dinamitan la liga: +4. Ahora toca ir a trabajar o a clase. Aquí ya es lunes por la mañana.